Este es, además, un año especial para esta campaña de movilización ambiental, que cumple su décimo aniversario. Fue en 2006 cuando la rama australiana de la organización ecologista World Wide Fund for Nature (WWF) se reunió con la agencia de publicidad Leo Burnett en Sidney para concebir una acción de sensibilización contra el cambio climático. La primera Hora del Planeta se celebró en la ciudad australiana el 31 de marzo de 2007 y al año siguiente ya se extendió a 35 países.
Por Javier Yanes
Ciudad de México, 19 marzo (SinEmbargo/The Huffington Post).- Todos los años un sábado de marzo, de 20:30 a 21:30 en cada huso horario, millones de personas, empresas y organizaciones apagan la luz. Es la Hora del Planeta, que este sábado 19 volverá a invitarnos a que durante 60 minutos nos quedemos a oscuras para manifestar nuestro apoyo a la protección del medio ambiente y a la lucha contra el cambio climático: «El momento de actuar es ahora. Cambia por el clima», dice el lema de la iniciativa.
Este es, además, un año especial para esta campaña de movilización ambiental, que cumple su décimo aniversario. Fue en 2006 cuando la rama australiana de la organización ecologista World Wide Fund for Nature (WWF) se reunió con la agencia de publicidad Leo Burnett en Sidney para concebir una acción de sensibilización contra el cambio climático. La primera Hora del Planeta se celebró en la ciudad australiana el 31 de marzo de 2007 y al año siguiente ya se extendió a 35 países.
Desde entonces el movimiento no ha dejado de crecer. Siempre se celebra a finales de marzo por la cercanía del equinoccio de primavera en el hemisferio norte y otoño en el sur, lo que asegura que a la hora designada sea de noche en todos los países. La organización sigue estando a cargo de WWF, aunque la sede mundial de Earth Hourse trasladó desde Sidney a Singapur.
En 2015 la Hora del Planeta se convirtió, según WWF, en el mayor movimiento mundial de base por el medio ambiente, con la participación de más de 7 mil ciudades de 172 países y territorios, hasta 10 mil 400 monumentos apagados en todo el globo y unos 70 mil eventos celebrados en la calle.
ESPAÑA SE VUELCA
En lo que respecta a nuestro país, «España se ha volcado con la Hora del Planeta desde el primer año», señala a El Huffington Post Miguel Ángel Valladares, portavoz de WWF España. En 2009 la participación alcanzó las 170 ciudades y poblaciones y este año ya se han registrado más de 300.
Valladares destaca la adhesión de numerosos monumentos y edificios reconocibles, como la Sagrada Familia de Barcelona, el Palacio Real de Madrid, el Palacio de la Granja de San Ildefonso, la Alhambra, el Museo Guggenheim o la fachada del estadio Santiago Bernabéu, además de cientos de fachadas de Ayuntamientos. Pero sobre todo, el portavoz de WWF España subraya el apoyo popular: «La Hora del Planeta llena de miles de personas las calles de decenas de ciudades de España que se unen a esta demostración».
Con todo esto, pocos dudarían de que actualmente la Hora del Planeta es una cita señalada en la agenda mundial y tal vez el único evento a escala planetaria que no sólo une de forma simultánea a un gran número de países en cada uno de los 24 husos horarios de la Tierra, sino que además es visible desde la Estación Espacial Internacional. La Hora del Planeta suele recibir una amplia atención mediática y es un espectáculo único para quienes tienen la oportunidad de contemplar en directo el apagón de imponentes monumentos como la Torre Eiffel.
NO ES UNA CAMPAÑA DE AHORRO
Sin embargo, no faltan quienes cuestionan la utilidad de esta campaña. Los más críticos alegan que el ahorro de energía es insignificante, o que incluso si se produce, una caída súbita en la demanda de electricidad que luego rebota produce desequilibrios que son perjudiciales de cara a la generación de emisiones de gases de efecto invernadero. Incluso hay quienes reprochan a la Hora del Planeta que el uso de velas, en su mayoría fabricadas con derivados del petróleo, resulta más nocivo para el medio ambiente que la luz eléctrica. Y por supuesto, no pueden faltar quienes achacan a WWF una actitud contraria a la tecnología.
Respecto al consumo de energía, es cierto que la Hora del Planeta no deja una huella demasiado apreciable. Un estudio publicado en 2014 en la revista Energy Research & Social Science examinó 274 mediciones de cambios en la demanda eléctrica durante la Hora del Planeta en diez países a lo largo de seis años, estimando que la reducción media era del 4 por ciento, con un rango muy amplio desde una caída máxima del 28 por ciento en Canadá hasta un aumento del consumo del 2 por ciento en Nueva Zelanda.
En nuestro país, según datos de Red Eléctrica de España (REE), en la última Hora del Planeta del sábado 28 de marzo de 2015 el consumo total diario fue de 652 gigawatios hora (GWh). Esta cifra es inferior a la del sábado anterior, día 21, que fue de 681 GWh, pero superior a la del siguiente, 4 de abril (567 GWh), en plenas vacaciones de Semana Santa. El mismo patrón se repite en la demanda de potencia puntual a las 21:00: el día 28, en plena Hora del Planeta, era de 29.766 megawatios (MW). Una semana antes a la misma hora era de 31.456 MW, pero es que la demanda también fue mayor a lo largo de todo el día, mientras que el sábado 4 fue menor. En resumen, los datos no son concluyentes. Pero sí hay algo cierto, y es que la Hora del Planeta no redujo la demanda real por debajo de la prevista por REE.
A preguntas de El Huffington Post, REE se abstiene de comentar estos datos. La distribuidora eléctrica explica que el funcionamiento de los generadores se mantiene un un punto óptimo en condiciones estables de equilibrio entre generación y demanda. Este punto óptimo, prosigue REE, incluye el aspecto de las emisiones. Aunque la compañía no confirma explícitamente que un cambio rápido, como una disminución súbita de la demanda, resulte en un incremento en las emisiones, sí precisa que tal situación requeriría una modificación en la generación “para situarse en puntos de funcionamiento más alejados del punto óptimo”.
Pero frente a todo esto y respondiendo a las críticas, Valladares quiere hacer hincapié en que «la Hora del Planeta no es una campaña de ahorro energético», sino «una campaña de movilización mundial que quiere llamar la atención sobre un problema que nos afecta a todos y propone medidas a todos los sectores para que se implementen durante todo el año». El responsable de WWF aclara que «no se trata de ahorrar energía durante una hora»; de hecho, la Hora del Planeta se produce en un momento de mínima actividad industrial. La portavoz de la iniciativa en la sede global de Singapur, Rucha Naware, insiste en que ellos mismos no miden la energía ahorrada; «apagar las luces es un gesto simbólico, un poderoso recordatorio visual de que la fuerza colectiva puede tener un impacto masivo», dice a este diario.
Con respecto a otras críticas, los promotores de la Hora del Planeta recomiendan sustituir las velas de parafina, un derivado del petróleo, por las de cera de abejas. Y para quienes achacan a WWF una postura antitecnológica, aclaran que «la Hora del Planeta abraza la tecnología para extender el mensaje de acción ambiental positiva en todo el mundo». Los responsables destacan que la Hora del Planeta ha prosperado gracias a los medios digitales y que el desarrollo tecnológico es clave para la reconversión hacia un uso sostenible de los recursos.
MUCHO MÁS QUE UNA HORA
Más allá del gesto simbólico, lo cierto es que la Hora del Planeta ha servido también como plataforma para poner en marcha otros proyectos medioambientales de resultados más tangibles. El Desafío de las Ciudades de la Hora del Planeta es una competición anual que reconoce las buenas prácticas municipales en materia medioambiental y promueve la adopción de medidas para la reducción de la huella de carbono. Los datos recogidos se están plasmando en un proyecto internacional destinado a identificar las oportunidades de mejora para las ciudades.
Además, la Hora del Planeta sirve como punto de encuentro de numerosas iniciativas locales de protección medioambiental a través de la plataforma de crowdsourcing y crowdfunding Earth Hour Blue. Entre los proyectos acometidos, Valladares enumera la adopción de una legislación respetuosa con el clima en Rusia, Argentina, las Islas Galápagos y Gales; la creación del bosque Hora del Planeta de 2 mil 700 hectáreas en Uganda; la plantación de 17 millones de árboles en Kazajistán; el aporte de cocinas de energía renovable en Nepal y Madagascar; la iluminación de los hogares con energía solar en India y Filipinas; o un programa de educación ambiental en 15 mil escuelas en India.
Entre las iniciativas para 2016 figuran proyectos para proteger turberas en Indonesia o para sustituir las bolsas de plástico en Chipre, pero también uno que nos afecta muy directamente: WWF España está promoviendo una campaña de recogida de 50 mil firmas para pedir una legislación que fije la cuota de energías renovables en el 100 por ciento, de acuerdo con el compromiso adoptado por las autoridades españolas en la Cumbre del Clima de París.
Desde Singapur, Naware recuerda que 2015 fue el año más cálido de la historia, pero que también se lograron avances en la Cumbre del Clima: «El mundo está en una encrucijada climática», advierte. Como novedad la Hora del Planeta 2016, que contará con la participación de 178 países, potencia su penetración en las redes sociales invitando a los usuarios de Facebook a donar su timeline a través de la web www.earthhour.org/climateaction para divulgar mensajes e información sobre proyectos de Earth Hour Blue. En resumen, y en palabras de Valladares, «la Hora del Planeta es mucho más que una hora».